Jóvenes e inconcientes nos reencontró el destino.
Un día, sin pensarlo, mi alma se equivocó.
Aunque mi corazón lloraba por tu orgullo excesivo
No quise demostrarlo, pero el amor quedó.
A Marta la buscaste, más cerca no pudiste…
Lograste, astutamente, hacerme comprender
Al verlos pasar juntos, mi absurdo proceder.
Basaste tu venganza muy bien, sutil y cruel…
En tanto yo intuía que a ella no querías, más…
Dos años largos ella te encadenó!
Recuerdo que contaba el noviazgo por cartas…
A mí, quien nunca, nunca, mi alma te olvidó!
Concordia, 04/01/56
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario