domingo, 16 de agosto de 2009

Y ni un beso nuestras bocas se dieron...

Yo apenas dejaba de ser una niña,
tú transitabas ya, la adolescencia,
y sabiendo cual era tu destino
estudiabas, vehemente, para lograrlo cumplido.
Pasaron cuatro años y volvimos a vernos,
yo ya era señorita y tú… un formal cadete.
Bailamos y reímos, charlamos y paseamos.
Fue breve el galanteo...duró poco!!!
Por coqueta y “veleta” no supe retenerte,
por orgulloso engreído, no insististe en verme.
La vida nos llevó por caminos dispares:
tú truncaste tu sueño por otros intereses;
a mí la vida, me regaló otro amor ...
Al reencontrarnos, después de medio siglo,
afloró el recuerdo que quedó pendiente y detenido...
¡ Nunca debió ocurrir, pero ocurrió!
Sólo disfrutamos de interminables charlas,
algunas placenteras, divertidas y amenas,
otras llenas de pena y de rencor....
¡ Yo tenía razón!!!
Al final del camino destrozamos lo bueno
que tenía el recuerdo...
Las palabras y risas, los compinches momentos
de entendernos sin vernos...
terminó bruscamente, con enorme dolor.
Un dolor muy profundo que, en nuestra madurez,
no se puede olvidar, como ocurrió aquella vez...

ALDA
Febrero de 2005

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